TEÓRICOS

Jean Ayres, terapeuta ocupacional estadounidense, fue pionera en el desarrollo de la teoría de la Integración Sensorial (IS), una propuesta que busca explicar ciertas dificultades de aprendizaje y comportamiento en niños que no presentan lesiones cerebrales evidentes ni alteraciones neurológicas diagnosticadas. Según esta teoría, muchas de las dificultades que enfrentan los niños en su desarrollo académico, social y emocional pueden estar relacionadas con una disfunción en el procesamiento sensorial, es decir, en la forma en que el cerebro recibe, organiza e interpreta la información proveniente de los sentidos.

Ayres planteó que el desarrollo de la integración sensorial comienza en la etapa fetal, cuando el sistema nervioso central empieza a responder a estímulos básicos como el movimiento y el tacto. A medida que el niño crece, este sistema se vuelve cada vez más complejo, permitiéndole procesar y responder de manera adecuada a estímulos visuales, auditivos, vestibulares (relacionados con el equilibrio), propioceptivos (relacionados con la posición del cuerpo) y táctiles. Este proceso evoluciona progresivamente y, según Ayres, alcanza un grado de madurez funcional entre los 10 y los 12 años de edad.

La IS es fundamental para el desarrollo de habilidades complejas, como el lenguaje, la percepción visual, la motricidad fina y gruesa, la atención y la autorregulación emocional. Cuando este proceso se desarrolla de manera adecuada, permite al niño interactuar de forma efectiva con su entorno, aprender con mayor facilidad y adaptarse a diferentes situaciones. Por el contrario, cuando existen dificultades en la integración sensorial, el niño puede mostrar comportamientos desorganizados, torpeza motora, problemas de atención, hipersensibilidad o insensibilidad a estímulos sensoriales, entre otros signos. Gracias al enfoque propuesto por Ayres, se ha logrado una mejor comprensión de las necesidades de muchos niños que antes eran considerados simplemente "inquietos" o "con bajo rendimiento escolar", abriendo así nuevas posibilidades de intervención desde la terapia ocupacional, con el fin de promover un desarrollo más armónico e integral.




Jean Piaget, reconocido psicólogo y epistemólogo suizo, señaló que el juego es una manifestación de la inteligencia del niño y una herramienta fundamental para su desarrollo cognitivo. Según su teoría del desarrollo intelectual, él establece una estrecha relación entre las categorías del juego y los distintos estadios de desarrollo de la inteligencia que él mismo propuso. Es decir, el tipo de juego que practica el niño en cada etapa refleja su nivel de comprensión del mundo y la manera en que organiza y procesa la información.

Para Piaget, el juego no es solo una actividad lúdica o recreativa, sino un medio a través del cual el niño asimila la realidad, experimenta con su entorno y construye activamente su conocimiento. A lo largo del desarrollo infantil, el juego evoluciona desde formas más simples, como el juego sensoriomotor en los primeros años de vida, hacia formas más complejas como el juego simbólico y el juego de reglas, que aparecen a medida que se desarrollan las capacidades representativas y lógicas del niño.

Teoría del Desarrollo Cognitivo


Estos conocimientos adquiridos a través del juego tienen como escenario natural la primera etapa de la educación infantil, donde el juego se convierte en un recurso pedagógico clave para estimular la curiosidad, la creatividad, la socialización y el pensamiento crítico. Al permitir que el niño explore, imagine, y resuelva situaciones en un contexto libre y significativo, el juego facilita la construcción de aprendizajes duraderos y profundamente conectados con su desarrollo integral.

Para María Montessori, el juego es una forma natural de aprendizaje, en la que el niño explora y comprende el mundo a través de sus sentidos. Antes de adquirir habilidades abstractas como leer o escribir, necesita experimentar con su entorno mediante el tacto, la vista, el oído, el gusto y el olfato. Por eso, Montessori diseñó materiales sensoriales que ayudan a ordenar e interpretar estas experiencias, favoreciendo la concentración, el orden y la autonomía. Aunque no trabajó directamente con niños del espectro autista, su método ha demostrado ser útil para ellos, al fomentar la autorregulación y el desarrollo sensorial. En sus aulas, se crean espacios organizados por sentidos, donde el niño puede aprender de forma libre y estructurada, fortaleciendo su iniciativa, pensamiento crítico e integración social.

Aprendizaje mediante el juego

Comentarios

Entradas populares de este blog

INTRODUCCIÓN